Pasamos de haber olvidado a estar completamente enganchados,
como un hilo rojo que nos une a alguien.
Esa montaña rusa de emociones
vuelve
y vuelve con más fuerza que nunca,
resurgiendo a ese ave fénix que ya no tenía ni cenizas de
las que salir.
A veces confundimos el amor con dependencia
el placer con la necesidad de ese alguien
y eso,
eso es lo que está jodiendo la esencia de lo que era querer.
Nos ahogamos entre frases con botellas y mensajes
que jamás llegarán de la manera que queremos;
y como lo iban a hacer, después del ciego del sábado.
Y sus sonrisas vienen emborronadas,
como tantos borradores
manchados de tinta, ceniza y café.
Depender es como escribir,
asfixiante
pero totalmente renovador.
Cuando amar pasa a ser una obsesión
una necesidad constante de
palabras
caricias
y momentos,
la vida,
más bien,
nuestra vida, queda reducida a la más mínima expresión de lo
que significa ser libre.
Somos pájaros que supieron un día lo que era volar y ahora
se encuentran encerrados,
aprisionados por sus propias alas
agarradas a los grilletes de ese alguien,
que más que abrirnos la verja muscular,
nos aprieta con dulzura y malicia.
Aquí sigo,
con las alas más pequeñas que nunca,
y sin ninguna intención de salir de aquí.
El calor y el fuego queman tanto como las despedidas,
y así nos va.
quemando corazones como que fueran cigarros,
que luego disfrutamos al rozarlos con los labios.
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