domingo, 25 de mayo de 2014

Huyendo de mi duende


    Sus latidos parecían de cristal , pequeños impulsos sobre sus venas.

   Era admirable la manera con la que me sacaba de quicio, hacía estremecer hasta las sonrisas más contrariadas.

    Era de esas personas que te hacen temblar con una sola mirada, sus pupilas dilatadas que deleitaban a cualquiera que se parará a contemplarlas un instante.
   Sus abrazos rozaban los límites de la realidad , subjetivos como su forma de reír.
      Convertía cada uno de sus pasos en una coreografía, estaba acostumbrado a ser el centro de atención, adaptar cada uno de sus defectos, sin darse cuenta, era un código que él mismo se había impuesto.
    La cabeza bien alta, los pies mas bien en el aire y el corazón bien abrochado, por si las moscas.
Su mayor vicio era perderse daba igual el sitio, en ocasiones eran labios , otras eran lugares, despistar.

   Su mayor virtud ....Dejar sin palabras

   Ridiculizaba todo aquello que denomina la sociedad como decente, decidía que hacer al momento para sentirse más libre.
   Era el completo desconocido que no desearías haber conocido nunca, terriblemente encantador.

Generación pérdida


  Vivimos almacenando momentos , instantes , recuerdos , con los pies en el presente y el corazón en el pasado.
  Vivimos llenos de dudas , olvidándonos de vivir el día a día.

   Sí...
 
   Más que vivir , malvivimos.
  Desgastamos las aceras de una ciudad que ni si quiera conocemos , no llegaremos a saludar jamás a esa persona que siempre nos cruzamos en el paso de cebra , porque estaremos atormentados porque es lunes , porque empieza otro mes absurdo , porque el cielo podría ser más azul...
   Dejamos a un lado el juego de cruzar miradas , el teñir los pómulos de rojo , el soñar con los ojos abiertos.

   Vivimos en un mundo de idiotas.
 
   Avergonzándonos por cada error cometido , huyendo de esa parada de bus que nos rompió por dentro hace unos meses , somos como trenes que nunca volverán o quizás que se han parado para siempre.
 
   Y es que en muchas ocasiones confundimos un hasta siempre con un hasta nunca, sin cerciorarnos de que en uno ponemos de firma hasta el último latido y en el otro ya no nos queda corazón ni tinta con la que firmar la despedida.

lunes, 19 de mayo de 2014

Corazones de hojalata

    Partir en dos un corazón se está poniendo de moda en esta puta sociedad.
Herirlo hasta dejarlo en carne viva, curarlo a base de tequilas, hervirlo hasta desinfectarlo.
Tantas personas andan por el mundo con el corazón podrido, con el órgano atado simplemente a la biología de la vida, de hacer funcionar el cuerpo.
Zombies de sentimientos, ególatras de su propia existencia y de nada más.
Son títeres profesionales de los sentimientos, de las emociones de los otros, manipulando cada una de las partidas, porque sí, para ellos es un simple juego.

Nos hacen perder todo, lo hunden todo, lo matan todo.

    Y la vida después del golpe solo consiste en eso, en rescatar cada trocito que antes era suyo, colocar los destrozos, pegar cada descolchón del cuerpo.
Volver a ser mía, y no solo suya, porque por mucho que me joda nunca fuimos un nosotros y nunca lo seremos.
Comprender que cada puerta de emergencia también es un nuevo comienzo, porque a veces de los peores finales, tienen principio las mejores historias.
Y sí, ni vivimos felices, ni comimos perdices, ni esto fue un cuento, o tal vez sí.

Hoy la duda consume cada uno de mis límites, cada una de las razones que me hacía quererte y que hoy me lleva a odiarte.

    Quizases que se quedaron en ojalas, promesas que para mi si que  lo eran y que para ti solo fueron un jodido formulario más.
Llamarme ilusa, inocente, estúpida es lo único que me consuela ahora, que no pude mirar más allá de lo que sentía y la ostia me ha partido la cara, lo peor es que las heridas que más escuecen no se ven, porque has llenado mi cuerpo de yagas, cicatrices que con el tiempo me harán más fuerte pero que hoy me hacen ser soberanamente frágil.

La rabia y la tristeza se han instigado en mi cuerpo:
Rabia por haber sentido, tristeza por habermelo creído.

No me va a costar olvidarte ¿Ves? Ya estoy sonriendo otra vez.



domingo, 18 de mayo de 2014

Tal Vez...

       ¿Cuántas veces hemos dicho hasta nunca, sin saber las consecuencias que estas dos    palabras traían consigo?

    Más de una vez he ahogado mis penas en caladas, buscando detrás de cada una, razones por las que no comerme el orgullo y pedirte que vuelvas.
De vez en cuando me paro a mirar los ojos de la gente buscando esa mirada que me llenará tanto como la tuya, esas pupilas perdidas, unos ojos cuyo color fuese indescriptible.
Muchas veces he intentado desaparecer bajo las letras, fundirme con el folio y volverme invisible.
Cuantas veces he buscado las palabras correctas sabiendo con certeza que ninguna de ellas me haría tanta compañía como tú.

Vivo entre ojalas...

    Ojala vuelvas, ojala me extrañes, ojala esto no sea definitivo...
El miedo me arropa todas las noches ¿Sabes? Y yo me hundo bajo las sábanas porque tengo frío.
Es injusto tener que disfrutar de tu presencia solo en sueños, sueños que cada vez duran menos, porque dicen que lo que soñamos se hace realidad, pero nunca me contaron que mi realidad se iba a venir a dormir conmigo, se iba a convertir en otro sueño utópico.
Decías que dormir era de cobardes, que es la mejor manera de escapar de los problemas, no tuviste en cuenta que la palabra insomnio iba asociada a tu nombre.
Los párpados cada vez se cierran más deprisa, será que llueve demasiado en esta habitación.
Y cuanto más trato de alejarte, más cerca te tengo, porque todo me recuerda a ti.
Supongo que a la tercera va la vencida, y yo me rendí a la segunda, que he perdido antes el pánico a las agujas que al hecho de tenerte.

Tenerte era...

    Que difícil se me hace hablarte en pasado, joder.
¿Por qué tuve que dejar mi corazón en el pasado mientras mis pies seguían en esta vida?
Solo espero que estes bien, que sigas igual de gigante, que vuelvas a tener esa sonrisa.
No te preocupes por este pequeño gnomo, al ser tan pequeña me es más fácil esquivar los golpes.
Puede que este no sea un adiós maquillado de hasta luego, que tenga que aprender yo sola a despintar el gris que invade mis días...

Solo me queda un gracias, que ilusa , como si en una palabra se pudieran englobar todos los momentos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Ella

Ella era una chica con un carácter peculiar, la gustaba parecer de acero que jamás podrían derribarla , pero en realidad su piel era porcelana.
La gustaba guardar los sentimientos para el final, como cuando guardas algo que te gusta demasiado y prefieres que sea lo último que se termine.
Así ella almacenaba todo dentro de su reloj rojo.

A veces había intentado pararlo a través de sus muñecas, pero se tatuó un sol para que la lluvia no la atormentase más.

Su reloj...

Era un reloj especial, había soportado muchas cosas, pero lo más característico de su reloj es que no estaba protegido por ninguna carcasa, ella lo llevaba abierto, porque siempre puedes encontrar momentos que te llenen de tiempo, lo que ella había tardado en aprender es que hay otras veces en las que la vida nos roba el tiempo, nos hace desperdiciarlo e incluso venderlo.

Los sentimientos los metía entre los engranajes, para que su reloj siguiera latiendo.

Ella se consideraba una muñeca, pues vivía condicionada por los cuentos de hadas, por la búsqueda incansable de su príncipe azul o de que él, como buena dormilona que era, la despertase con un beso.
Había buscado a su príncipe por lugares insospechados, hasta debajo de su cama.
Pero pasaba el tiempo y su ansiado príncipe no llegaba.
Ella se engañaba buscando entre los besos , entre los abrazos de otros , pero no encontraba el calor que necesitaban sus entrañas.

No buscaba un chico alto o fuerte que la protegiera , ni unos labios que colmasen los suyos , buscaba una mirada en la que perderse o quizás... Una mirada en la que encontrarse.

Unas pupilas en las que mirarse todas las mañanas, en las que poder ver su reflejo más íntimo, aquel que solo ella conocía , aquel garabato dibujado en carne , esa caricatura que no definía su personalidad pero si su envoltorio, aquella que era su carta de presentación.

Unos ojos inquietos, una nariz casi inexistente, una boca que debería callar más, unas manos tan pequeñas que cabían en un suspiro, un cuerpo que perfectamente entraba en una caja de música.

Diminuta, así era ella.

Un mota de polvo en la inmensidad del espacio, una gota de tinta en la historia de muchas personas, una muñeca que escribía su propio cuento.