Era admirable la manera con la que me sacaba de quicio, hacía estremecer hasta las sonrisas más contrariadas.
Era de esas personas que te hacen temblar con una sola mirada, sus pupilas dilatadas que deleitaban a cualquiera que se parará a contemplarlas un instante.
Sus abrazos rozaban los límites de la realidad , subjetivos como su forma de reír.
Convertía cada uno de sus pasos en una coreografía, estaba acostumbrado a ser el centro de atención, adaptar cada uno de sus defectos, sin darse cuenta, era un código que él mismo se había impuesto.
La cabeza bien alta, los pies mas bien en el aire y el corazón bien abrochado, por si las moscas.
Su mayor vicio era perderse daba igual el sitio, en ocasiones eran labios , otras eran lugares, despistar.
Su mayor virtud ....Dejar sin palabras
Ridiculizaba todo aquello que denomina la sociedad como decente, decidía que hacer al momento para sentirse más libre.
Era el completo desconocido que no desearías haber conocido nunca, terriblemente encantador.